SI SE ABURRIERON DE LEERME:https://soundcloud.com/natalia-garcia-139/lo-que-me-costo-el-amor-de
la presencia y la ausencia
la presencia y la ausencia
la certeza y la incertidumbre
los afijos, los prefijos y los sufijos
Me levanté, fumé
y leí un libro. Una forma de seguir durmiendo. Un continuum meditativo en el
cual me sumerjo al punto de leer con los ojos cerrados, o creer que terminé de
leer libros cuando no fue así. Otro pequeño retuerce de mi cerebro para no
aceptar los finales tal y como otros los escriben.
Me preguntaba si
él hoy iba a llamarme, si se acordaba de mí, de que respiro, de que mi vida
sigue cuando él se va. El peso de su cuerpo atraviesa la puerta hacia ese mar
en el que él elije vivir su vida, eso a lo que él le llama "su
realidad". Él sale, ella entra. Soledad. Las manos de él son grandes pero
las de ella pegan más fuerte. Yo aceptaba los golpes, sentía algo de goce en
ellos, creía en las recompensas.
Fumaba y pensaba
que esta vez todo sería distinto. Que esta vez iba a dejar de ser indiferente.
La señora de enfrente conversaba con un árbol, o eso se veía desde mi ventana.
Ella llevaba una campera violeta, el árbol se estaba vaciando de verde. Al
árbol le sale una mano y la abraza. Ella no se deja, ¿tiene miedo? ¿ o es mi
propio miedo el que yo proyecto sobre todas las personas? Luego un chico con un
perro pasa por atrás de ella. Más miedo. Dolor de panza. Vómitos. Miré fijo a la vecina de enfrente, la quise
utilizar para uno de mis estúpidos, pequeños y magníficos experimentos psicotrónicos,
le pregunté qué pensaría ella si yo
abrazara un árbol y no me respondió, ya lo va a hacer. Tengo miedo a dejar de
estar sola. Cuando él venga y se quede yo no voy a saber qué hacer. Yo no voy a
ser suficiente para él. Seguí probando con la vecina, le quedaba tan linda esa
campera violeta, los pelos así, al viento. Creo que amo a mi vecina. Creo que amo la
belleza de los martes a la mañana con vecinas de campera violeta y pelos al
viento conversando con árboles cuasi desnudos. Le pedí que no se vaya y se fue.
De repente desapareció, se dio vuelta y camino hacia la esquina, la de ella,
ese lugar en el que ella cree vivir cuando yo no la estoy mirando. El árbol
quedo ahí, estático esperándola. Yo soy el árbol y él, la vecina. Nunca podría
descubrirlo si estuviera conmigo. Qué bueno que no me llamo hoy.
Flúor, de Juanma Moreno
www.juanmamoreno.com
https://www.youtube.com/watch?v=dxRDKJq_83U
"... Y de ese
modo se encendió gradualmente, en mitad de la médula que es el asiento del
alma, no esa dura lucecita eléctrica que llamamos brillo y que entra y sale de
los labios, sino aquel otro más profundo, sutil y subterráneo resplandor que es
la rica llama amarilla del trato racional. A qué apurarse. A qué chispear. A
qué ser otro y no uno mismo. Todos vamos juntos al cielo y nos acompaña
Vandyck: en otras palabras, que buena parecía la vida, qué gratas sus
recompensas, qué trivial esa queja o aquel rencor, cuan admirables la amistad y
la sociedad de los semejantes, mientras al encender un buen cigarrillo uno se
hundía entre los almohadones del asiento de la ventana..."
Virginia Woolf
traducida por Jorge Luis Borges en Un Cuarto Propio
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