viernes, 26 de junio de 2015

Los pro y los contra


A mi favor tengo la vida, siempre
la bondad y la pimienta, la blanca y la negra
El vacío es en otro lado…
acá los sauces ya ni lloran,
el frío es tibio
y hasta los viejitos se enamoran

Otra de mi lado es la sapiencia
la sabiduría,
todos los rezos que me aprendí aquellos días,
mi alma, tan nueva y ya tan crecida,
que de tanto corazón,
se me dilató el pecho de a poco
que de la mugre me gane flor de loto

Soy más humana ahora
y un poco mas cielo también

En contra que me da miedo,
que una vez me clave un clavo en un dedo
que en ese lado de la ciudad no crecen girasoles
que el dolor pesaba como ocho melones

"Favor con favor se paga"
en el barrio revolotean los dichos:
si en el corazón no hay ganas,
se te comen el cuerpo los bichos




Chop Suey, de Edward Hopper 
(porque a veces necesito tomarme un café conmigo misma)

https://www.youtube.com/watch?v=l1Ch_MluSWs

(Leo Mattioli, lo más grasa del romanticismo moderno: boleros, damas gratis y ave maría)



Que te digan lo que dije cuando 
aturdido contaba los besos que tú me diste. 
Que te digan lo que dije pero 
te digan también cómo apretaba en mis manos 
la nada que me dejaste cuando te gritaba ven, ven. 

Los ojos tristes se tienen por algo, 
y lo malo de mi suerte fue que 
duraste poco, tan poquito para verte. 
Mi suerte llegó y se fue contigo sin saber 
en qué final del puente está el principio 
de tu olvido y mi castigo. 

Yo asistí al entierro de mi propio amor por ti, 
yo vi cómo se moría y después lo vi y así, 
mi vida, y en la almohada de mi cama 
la noche me repetía los sabios de su agonía, 
no me quieras yo te quiero. 

Con eso me basta y sobra 
para seguir un sendero sin importarme la gloria. 
No me busques, yo te sueño, 
es una nueva armonía del martirio y el consuelo. 

Los amores como el mío, este mío solamente, 
están presos con cadenas que por la noche se sueltan 
por amores como estos. 
Que a padecer se condenan, están llenas las ausencias 
de cristos y magdalenas. 

Quién te dijo que la rosa, el azul, la mar y el cielo 
son hoy solamente cosas perdidas en el recuerdo 
de tiempos que ya se fueron. 
Y la lágrima, y el beso, y el quedarse sin palabra 
ante unos ojos de infierno, y el grito, 
y el pensamiento son también cosas del tiempo, 
en definitiva muerte. 

Qué te queda, grita, llora, dilo, 
una dicha que al nacer está condenada al tiempo, 
a mí me quedan tus ojos, mientras la vida 
me de el milagro tan pequeño de mantenerlos 
con vida, en la vida del recuerdo. 

No me quieras, yo te quiero, 
con eso me basta y sobra.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

El lujo del encuentro

Dejemos de ser dos humanos, para ser dos almas Dejemos los cuerpos, fusionemos en solo uno Dejemos también el tiempo, sé mi eterno instante ...